martes, 13 de marzo de 2007

Forma y contenido

ENTRE LIBROS. Aguirre, 2004.
Aguirre, Ernesto. Cuatro cartas de un puntero izquierdo, Ediciones Culturales San Salvador de Jujuy, San Salvador de Jujuy, 2006.


[Nota publicada en La Revista, San Salvador de Jujuy, año 4, nº 30, marzo de 2007]


Ernesto Aguirre (1953) es un poeta con una obra consolidada, éste es su sexto libro (tiene, además, dos en colaboración con otros autores), sus poemas han sido incluidos en las principales antologías de poemas del noroeste argentino: estos datos no figuran en esta publicación. Sí figura que trata del primer premio del concurso organizado en el 2004 y que “la publicación de esta obra es un esfuerzo de la Municipalidad de San Salvador, en la gestión de la Intendencia Martiarena”. También se puede leer en la contratapa: “En el Día del Escritor, el Arq. José Luis Martiarena, Intendente de la Municipalidad de la ciudad de San Salvador de Jujuy, tuvo la feliz iniciativa, de anunciar para los Escritores de Jujuy, la publicación de cinco libros. Este gesto, poco común, casi sin antecedentes de un funcionario político, preocupado por la actividad creativa de los escritores de Jujuy, nos habla de una sensibilidad particular y que mérita su accionar en el campo de la Cultura de la Provincia”. Tantas mayúsculas y adjetivos dan ganas de vomitar, así que pido permiso para ir al baño y vuelvo.


Ya volví. El libro tiene un prólogo donde el autor da cuenta del apodo de su infancia: “Yudica” (José Luis de nombre, “Piojo” de apodo), delantero que debutó en la primera de Newells en 1954 y que después jugó en Boca, Vélez y el fútbol colombiano; entre 1974 y 1978 fue director técnico de Altos Hornos Zapla.


El niño “Yudica”, en la Carta 1, escribe: “Ernesto: Esperé que cumplieras mis cincuenta para enviarme estas líneas con noticias tuyas de hace tanto tiempo atrás. Todos los días, frente al espejo del dormitorio, practico diferentes caras de sorpresa imaginándome la nuestra al recibirlas. No es fácil decidirme por alguna”. Después, siguen trece poemas cargados de recuerdos sobre los padres, el patio, la pomada de los zapatos, la escuela, la plaza, el río y la radio.


La segunda Carta comienza así: “Yudica: Tu adulto recibió mi niño que enviaste por correo. ¿Cómo supiste la dirección donde podías encontrarte? (¿Seguiste la línea de mis garabatos en tu cuaderno?) El barrio tuyo que ahora te cuento, es mío. (Yo sí puedo imaginar nuestra sorpresa en tu carta. Mi ventaja son cuatro hijos tuyos que tuvimos en estos años de silencio. Hay gestos de ellos que vienen de un espejo con Yudica mirándose mi niño)”. Ahora es el turno de la descripción poética del poeta que pasó los cincuenta años y que tanto respeta los sueños del niño que fue “que jamás trabajaría para concretarlos”. Está otra vez la plaza, pero al frente ahora existe un cyber, el sida está a la orden del día y el pavimento ya está frente a la iglesia.


Las dos cartas siguientes repiten el esquema anterior. Por razones de espacio no las vamos a comentar. Sí hay que decir que sus páginas están pésimamente diagramadas sobre un papel casi transparente (ahora entiendo aquello de la “sensibilidad particular” del intendente) y que está asegurada la nula difusión de la obra.


Como hay que ser justos con las responsabilidades compartidas, hay que señalar que el libro es una acción conjunta entre la Dirección Municipal de Cultura y la Sociedad Argentina de Escritores de Jujuy.


En resumen, buenos poemas en un libro deformado por el trabajo editorial (un gesto –de verdad– “poco común”); cartas escritas por dos remitentes que, en rigor, son uno. Y todo en un sobre cargado de pegajosas estampillas municipales de muy mal gusto. No obstante la poética de la cotidianidad de aquel niño y el dibujo de Berni reproducido en la tapa, las ganas de vomitar continúan.


Por favor, intendente, no se esfuerce tanto.

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