martes, 7 de julio de 2009

La “fabricación” de conocimientos en Jujuy

[Palabras para la presentación del libro Científicos de Jujuy, en el marco de la Jornada sobre Ciencia Posnoventa desarrollada en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires, el 23 de junio de 2009]

Científicos de Jujuy es un libro que acaba de ser editado en San Salvador de Jujuy y que surge como continuación de otro libro que editamos en el año 2007, Periodistas, sin ustedes el mundo estaría al revés, y es gracias a este libro que conozco a varios periodistas de la región rioplatense. Aquel libro que editamos hace dos años es una compilación de notas periodísticas sobre la escritura, la lectura y la divulgación del conocimiento. Uno de los textos incluidos pertenece a Ana María Vara y, a partir de entonces, desarrollamos una comunicación fructífera con ella.


En el segundo semestre de aquel 2007, le propusimos, desde el área de Prensa y Difusión de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), a la investigadora recién citada que escribiera un trabajo de introducción a las respuestas de la primera encuesta a los directores de proyectos de investigación acreditados en la UNJu (después, Ana María nos contestó afirmativamente y, en colaboración con otros dos investigadores, produjo un estudio superior al que estaba en nuestros cálculos). En aquel momento, pensábamos que los investigadores deberían tener más visibilidad en el espacio público, imaginábamos además que había que unir la tarea investigativa en el accionar docente y que esa manera de opinar debería quedar registrada en el algún soporte. Los investigadores, decíamos, tienen que tomar la palabra en un espacio que propicie el debate entre sus pares y que sea capaz que influenciar al resto de la sociedad. Hasta ese momento, ningún investigador de la UNJu era reconocido públicamente. Una vez, recuerdo, le pregunté a un taxista si conocía a algún investigador local. “Ni en foto”, me respondió. En ese momento, ya prefigurábamos un libro que incluyera datos básicos del investigador (títulos obtenidos, últimos trabajos de investigación, etc.) y también una fotografía de cada cual. En algunos casos, hubo que hacer más de una sesión de fotografías porque algunos retratados no quedaban conformes con los resultados. Los investigadores, por lo tanto, tienen virtudes y defectos como cualquier ser humano.


¿Cómo se forma un investigador? ¿Qué aportes puede hacer un investigador formado al joven que comienza a investigar? ¿Cómo se puede “fabricar” el conocimiento? Éstas son algunas preguntas que nos movilizaron mucho a la hora de encarar la edición de este libro. Por otro lado, sabíamos que había mucha investigación dispersa en papers, mucho conocimiento que no había sido pensado para el ciudadano común y que valía la pena hacer una tarea de difusión de ese conocimiento.


Mientras empezábamos a recibir las primeras respuestas de la encuesta de trece preguntas que habíamos distribuido a los investigadores, un hecho nos sorprendió por la magnitud que adquirió en los medios de comunicación de Buenos Aires: el caso de contaminación por plomo en Abra Pampa. Una gran cantidad de contactos telefónicos y correos electrónicos nos daba la medida de atracción que podía ejercer el trabajo sistemático de un grupo de científicos que durante varios lustros siguió la problemática con la tenacidad propia de los investigadores. El grupo liderado por la Dra. Graciela Bovi Mitre tomo registros de la situación contaminante, realizó análisis de sangre de la población más expuesta, expuso los resultados obtenidos y discutió sobre posibles soluciones.


Muchas veces existe una lógica periodística que consiste en tirar una bomba informativa y después abandonar el caso dejando un tendal de heridos; por lo general, uno de los grupos que siempre queda lesionado está formado por los que se atreven a denunciar la situación injusta. En aquel momento, convenimos con los productores de noticias de medios metropolitanos sobre la necesidad de proteger a los investigadores que, con un magro subsidio de investigación, se arriesgaron a enfrentar una situación problemática que quemaba las manos de los gobiernos locales.


En Jujuy, de una manera u otra, nos conocemos todos. Por lo tanto, la “fabricación” de conocimientos debe ser hecha con una serie de medidas de seguridad. Una de esas medidas se obtiene por la legitimación de la investigación. Esa legitimación que tiene reglas bien explícitas en el campo académico, no siempre es muy reconocida en el campo político que está al frente de la gestión gubernamental. Por lo tanto, una tarea para legitimar a los investigadores obliga a mantener una relación fluida con la secretaría Legal y Técnica de la misma Unju, con el Defensor del Pueblo de la Nación y con otras instituciones que ayudaron a construir una gran narrativa sobre esta problemática. Fue tal el impacto de esta investigación que, desde hace unos meses, se popularizó un tema que se puede bajar por Internet: “Como el plomo en la sangre” de la banda jujeña La Yugular Reggae.


Recién hablé de las prevenciones que tenemos que tener en cuenta a la hora de “fabricar” conocimientos. Hay que decir, además, que tenemos algunas armas; una de ellas está dada por la posibilidad de contribuir con nuestras narraciones a la historia local.


La historia la escriben los que ganan, pero para eso tienen que tener historiadores o, por lo menos, ghost writers. Los integrantes de la comunidad universitaria tenemos que aprender a relacionar con dos grupos que son determinantes para la fabricación del conocimiento: los divulgadores científicos y los historiadores. Algunos políticos locales, me consta, ya se dieron cuenta de este nuevo tipo de poder que otorga el conocimiento. Ellos conocen nombres de los historiadores locales y están atentos a las producciones de estos investigadores. Lo que hacen después de leerlos es otra cuestión y no pienso –o, por lo menos, no ahora– analizarla. Lo importante, me parece, es ser conscientes de esta situación que comienza a emerger en Jujuy.


Una mención aparte merecen las mujeres que responden en Científicos de Jujuy. Para empezar, hay un leve predominio femenino en lo que respecta a la cantidad (sobre veintiséis investigadores, quince son mujeres), varias se distinguen entre sí como grupo generacional, reconocen –a su vez– a varias “maestras” de la promoción inmediata anterior; es decir, arman una genealogía en el campo investigativo.


Una última cuestión, este libro es de orientación para el estudiante que aún no ha decidido que carrera universitaria emprenderá, para el joven investigador que hace sus primeros pasos y que busca que alguien le explicite los métodos de la investigación, para el político que no sabe cómo cubrir áreas que exigen una especialización metodológica que sólo puede ser cubierta por una científico formado. Este libro, en definitiva, va más allá de los límites de la comunidad universitaria.


Si bien el título de este libro tiene bien demarcada su pertenencia geográfica, la problemática que presentan sus páginas son cuestiones que son comunes a cualquier universidad latinoamericana. Esa comunidad de problemáticas aparte de ser una dificultad compartida es también la posibilidad de ser resuelta por medio de una red de acciones cooperativas; por este motivo, el estudio preliminar está realizado por tres historiadores de la ciencia que pertenecen a la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y que poseen una mirada crítica que enmarcan las respuestas de una manera muy lúcida.


Con libros como el que presentamos hoy, hemos empezado a ayudar a escribir –a “fabricar”– la historia más reciente del campo investigativo de Jujuy.


Leer reseña en el suplemento Señales del diario La Capital de Rosario

Leer noticia aparecida en el diario Pregón de San Salvador de Jujuy

Leer noticia aparecida en el diario El Tribuno de Jujuy

Imagen: RC, Alejandra García Vargas, José Humberto Paganini y Juan Pablo Ferreiro; en la Feria del Libro de Jujuy.

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