lunes, 25 de mayo de 2009

Cíentíficos de Jujuy

En las próximas semanas, aparecerá el libro Científicos de Jujuy, editado por la Editorial de la UNJu. Adelantamos aquí la nota de contratapa.

Este libro se enmarca en una política comunicacional de la UNJu. Hasta no hace mucho, nuestros científicos tenían el hábito de escribir sólo para sus pares. Este accionar fue reforzado por el individualismo de los noventa que postergó las prácticas de intervención del discurso intelectual. Pero una década, por más infame que sea, no puede detener una larga tradición del conocimiento que se remonta a la de un hombre que sabe y habla en medio de una plaza. El que sabe, opina. El que opina lo hace desde un horizonte de valores que lo transcienden. Y, cuando esto sucede, esa opinión resulta, indefectiblemente, crítica y política.

Los científicos son herederos de esa tradición. Legatarios de una familia que, en Occidente, posiblemente comienza con Sócrates y Platón y que incluye –entre otros– a Bernardo Houssay, Enrique Gaviola y Oscar Varsavsky. En nuestra Universidad, un nombre se destaca en el campo de la literatura y las memorias de la represión dictatorial: Andrés Fidalgo.

No hay tradición más peligrosa y saludable que la del conocimiento. Peligrosa porque todos sabemos que Sócrates fue condenado a morir, Platón fue vendido como esclavo y otros fueron desterrados de por vida. Más acá, desde la fatídica Noche de los Bastones Largos hasta los años de plomo de la última dictadura, esa tradición se encarna en nuestros investigadores. Ellos fueron perseguidos, encarcelados, asesinados o condenados a partir hacia un exilio del que muchos ya no pudieron regresar.

Esa tradición es –aunque parezca un contrasentido– saludable no sólo porque los investigadores son conscientes de la provechosa experiencia del riesgo, sino porque ellos ponen en cuestión el orden imperante. En este libro, veintiséis científicos analizan su realidad inmediata, reflexionan sobre qué significa hacer ciencia y tecnología en esta provincia (y en el mundo) y también examinan su propia praxis.

Esta encuesta, en definitiva, interpela a nuestra sociedad y, además, comunica lo que hasta ahora había permanecido incomunicado: una reflexión de los científicos de Jujuy sobre su propia función. Las respuestas demuestran que es posible traducir un lenguaje riguroso a otro cotidiano y que, en esa traducción, no se pierde nada y se gana mucho.

Que quede claro: los lectores que busca conquistar este libro no son sólo universitarios.

2 comentarios:

Liliana dijo...

Hola, disculpe soy alumna de la facultad de humanidades y me gustaria leer el libro pero en biblioteca dicen que no esta, a donde puedo conseguirlo? gracias

Reynaldo Castro dijo...

Hola Liliana: gracias por tu interés. El libro está en la librería Horizonte. Bay, bay.

FeedBurner FeedCount