jueves, 22 de agosto de 2013

La víspera del 23 de Agosto

Mañana conmemoramos el Éxodo Jujeño, brillante título que pasó a la historia, aun cuando sus protagonistas nunca habían pronunciado la palabra "éxodo". Este año, Gerardo Morales, desde la cámara de Senadores; Carlos Oheler et al, desde la legislatura local, se manifestaron en contra de un documental que se exhibió por Canal Encuentro referido a la larga marcha de los jujeños. No dijeron nada del excelente libro que escribió Viviana Conti, una de las entrevistadas en el documental citado. Tampoco retrucaron al ministro de Educación provincial que afirmó que el espíritu de Belgrano vive en Eduardo Fellner. Se sabe: para una sociedad de ágrafos, es más fácil ver TV que leer. No hablemos de lo difícil que es escribir para el que no practica la lectura. Por eso, hoy, en la víspera, me atrevo a decir que mañana los legisladores radicales harán mutis por el foro. Sacarán algún aviso de adhesión en los diarios locales y punto. Un día tendrán una buena jubilación pero no pasarán a la historia como estudiosos de las guerras de la independencia, precisamente.

viernes, 2 de agosto de 2013

Es el tono, imbécil

El tono es la preocupación central que tiene un escritor cuando ya decidió sobre qué contar. Borges, cuándo no, dijo que sólo hay cuatro o cinco temas que merecer ser tratados por la literatura: el amor, la muerte, la locura, la soledad. Todo gira alrededor de esos temas principales y todo consiste en saber cómo contar. De ahí la preocupación por el tono.

En política, los partidos se organizan por una ideología. Nacionalistas, populares, conservadores, progresistas: he aquí un listado incompleto de características que pueden tener las ideologías en pugna. Perón, otro inevitable, dijo que en el peronismo hay de todo, pero todos responden a un conductor natural (obviamente daba por descontado que él sería el padre eterno de su partido).

Un burgués asustado es un fascista, escribió Brecht. Ese susto es lo que evidencia el tono del vicegobernador Guillermo Jenefes, en las imágenes que se vieron, hoy, en un noticiero del mediodía.

El funcionario, recordemos, es un próspero hombre de negocios. Por lo general, la imagen que tenemos de él es la de un pulcro hombre que supo hacer crecer una empresa comunicacional, como nunca antes había crecido.

En las imágenes que muestra el noticiero, Jenefes sufre los cánticos dedicados a su progenitora; en rigor, son burlas para que el vicegobernador se moleste antes que insultos a la madre.

El próspero hombre de negocios se asusta porque un grupo de empleados públicos, todos morochos, se atreven a insultarlo. Y ahí, el hombre que es un buen calculador de números, por el miedo que siente, no puede contenerse y levanta la voz y agita con violencia su brazo derecho mientras que su cara gringa se pone roja y afirma que si es necesario mandará a reprimir.

Borges y Perón ya están muertos. Pero la preocupación por el tono y las ideologías siguen estando con nosotros. El contenido de un discurso nos dice más de lo que un comerciante asustado quiere decir. En el momento menos esperado, la ideología salta. Hace falta un detonante y salta. Un buen susto y sale el fascista que estaba agazapado.

El tono de Jenefes no se parece al que usaba el General. Ni siquiera se parece al tristemente memorable discurso de aquel 1 de Mayo que gritó "imberbes" a los muchachos que lo dejaron desairado por primera vez.

El tono de Jenefes no se parece ni al de Borges ni al de Perón.

Se parece al que usaba otro general. Un fascista que detentaba el poder en el otro lado de la cordillera: Pinochet.

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