viernes, 2 de agosto de 2013

Es el tono, imbécil

El tono es la preocupación central que tiene un escritor cuando ya decidió sobre qué contar. Borges, cuándo no, dijo que sólo hay cuatro o cinco temas que merecer ser tratados por la literatura: el amor, la muerte, la locura, la soledad. Todo gira alrededor de esos temas principales y todo consiste en saber cómo contar. De ahí la preocupación por el tono.

En política, los partidos se organizan por una ideología. Nacionalistas, populares, conservadores, progresistas: he aquí un listado incompleto de características que pueden tener las ideologías en pugna. Perón, otro inevitable, dijo que en el peronismo hay de todo, pero todos responden a un conductor natural (obviamente daba por descontado que él sería el padre eterno de su partido).

Un burgués asustado es un fascista, escribió Brecht. Ese susto es lo que evidencia el tono del vicegobernador Guillermo Jenefes, en las imágenes que se vieron, hoy, en un noticiero del mediodía.

El funcionario, recordemos, es un próspero hombre de negocios. Por lo general, la imagen que tenemos de él es la de un pulcro hombre que supo hacer crecer una empresa comunicacional, como nunca antes había crecido.

En las imágenes que muestra el noticiero, Jenefes sufre los cánticos dedicados a su progenitora; en rigor, son burlas para que el vicegobernador se moleste antes que insultos a la madre.

El próspero hombre de negocios se asusta porque un grupo de empleados públicos, todos morochos, se atreven a insultarlo. Y ahí, el hombre que es un buen calculador de números, por el miedo que siente, no puede contenerse y levanta la voz y agita con violencia su brazo derecho mientras que su cara gringa se pone roja y afirma que si es necesario mandará a reprimir.

Borges y Perón ya están muertos. Pero la preocupación por el tono y las ideologías siguen estando con nosotros. El contenido de un discurso nos dice más de lo que un comerciante asustado quiere decir. En el momento menos esperado, la ideología salta. Hace falta un detonante y salta. Un buen susto y sale el fascista que estaba agazapado.

El tono de Jenefes no se parece al que usaba el General. Ni siquiera se parece al tristemente memorable discurso de aquel 1 de Mayo que gritó "imberbes" a los muchachos que lo dejaron desairado por primera vez.

El tono de Jenefes no se parece ni al de Borges ni al de Perón.

Se parece al que usaba otro general. Un fascista que detentaba el poder en el otro lado de la cordillera: Pinochet.

2 comentarios:

Guilo "Lokillo" Gimenez dijo...

Muy buen artículo!! Felicitaciones Sr Castro. Esperaré con ansias los próximos.

Anónimo dijo...

El Ser supera al Parecer
Cuando aparece el lobo que estaba agazapado brilla en toda su esencia el Ser.
La imagen decora al parecer, como decorado de torta que solo probamos con la punta del dedo el sabor que ostenta.
La esencia esta debajo del merengue.
El discurso hecho merengue en tiempos de seudodemocracia aflora en el hablante, su verdadera esencia lo traiciona cuando levanta el tono y emplea terminos de la dictadura.
No puede con su historia, lo marca, lo revela lo desnuda y aparece el SER.

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