lunes, 7 de octubre de 2013

Cachorro de cuello blanco


Germán Fellner, hijo de tigre, y un trabajador
En esta fotografía están dos jóvenes. El de la izquierda tiene la piel clara; el otro, más oscura. El primero tiene una camisa blanca, un pantalón vaquero con un cinturón grueso y hebilla llamativa; también tiene unos zapatos negros que desentonan con el piso de tierra. El segundo viste ropa deportiva, pero no parece alguien acostumbrado a practicar deportes, tiene una chomba a rayas, un jogging y un par de zapatillas. El joven que tiene la camisa blanca carga una bolsa en su hombro derecho y tiene la mirada fija en la cámara que congela la imagen. El que tiene ropa deportiva no carga nada, mira hacia un costado y está parado a la izquierda del otro.

Umberto Eco escribió que el hábito hace al monje. Que nuestra ropa es expresiva. Que elegimos nuestra ropa según códigos y convenciones que están articuladas y que aceptamos. Que nuestra ropa, en algunos casos pierde su funcionalidad física y se convierte en un signo de alto valor comunicativo. El semiólogo grafica su argumentación con un ejemplo claro: el hombre de las cavernas empezó a cubrir su cuerpo con pieles de animales para protegerse del frío; pero, al cabo de unos pocos años, debieron surgir distinciones entre los cazadores brabucones provistos de mejores pieles que los menos capaces que disponían de un repertorio menor de pieles.

La imagen es una pose de campaña política. El que carga la bolsa es alguien que no tiene la ropa adecuada para este tipo de trabajo. Es alguien que está acostumbrado a un trabajo más pulcro y con menos desgaste físico, por eso se inclina demasiado hacia su costado izquierdo, en un intento de equilibrar su cuidado cuerpo. El otro joven no ignora esa falta de costumbre; por eso está a su par, listo para sostenerlo, por si llegara el caso.

Ambos son distintos. No tuvieron las mismas oportunidades. Uno es el integrante cachorro de la banda que tiene la mejor ropa. El otro, apenas un trabajador.

jueves, 22 de agosto de 2013

La víspera del 23 de Agosto

Mañana conmemoramos el Éxodo Jujeño, brillante título que pasó a la historia, aun cuando sus protagonistas nunca habían pronunciado la palabra "éxodo". Este año, Gerardo Morales, desde la cámara de Senadores; Carlos Oheler et al, desde la legislatura local, se manifestaron en contra de un documental que se exhibió por Canal Encuentro referido a la larga marcha de los jujeños. No dijeron nada del excelente libro que escribió Viviana Conti, una de las entrevistadas en el documental citado. Tampoco retrucaron al ministro de Educación provincial que afirmó que el espíritu de Belgrano vive en Eduardo Fellner. Se sabe: para una sociedad de ágrafos, es más fácil ver TV que leer. No hablemos de lo difícil que es escribir para el que no practica la lectura. Por eso, hoy, en la víspera, me atrevo a decir que mañana los legisladores radicales harán mutis por el foro. Sacarán algún aviso de adhesión en los diarios locales y punto. Un día tendrán una buena jubilación pero no pasarán a la historia como estudiosos de las guerras de la independencia, precisamente.

viernes, 2 de agosto de 2013

Es el tono, imbécil

El tono es la preocupación central que tiene un escritor cuando ya decidió sobre qué contar. Borges, cuándo no, dijo que sólo hay cuatro o cinco temas que merecer ser tratados por la literatura: el amor, la muerte, la locura, la soledad. Todo gira alrededor de esos temas principales y todo consiste en saber cómo contar. De ahí la preocupación por el tono.

En política, los partidos se organizan por una ideología. Nacionalistas, populares, conservadores, progresistas: he aquí un listado incompleto de características que pueden tener las ideologías en pugna. Perón, otro inevitable, dijo que en el peronismo hay de todo, pero todos responden a un conductor natural (obviamente daba por descontado que él sería el padre eterno de su partido).

Un burgués asustado es un fascista, escribió Brecht. Ese susto es lo que evidencia el tono del vicegobernador Guillermo Jenefes, en las imágenes que se vieron, hoy, en un noticiero del mediodía.

El funcionario, recordemos, es un próspero hombre de negocios. Por lo general, la imagen que tenemos de él es la de un pulcro hombre que supo hacer crecer una empresa comunicacional, como nunca antes había crecido.

En las imágenes que muestra el noticiero, Jenefes sufre los cánticos dedicados a su progenitora; en rigor, son burlas para que el vicegobernador se moleste antes que insultos a la madre.

El próspero hombre de negocios se asusta porque un grupo de empleados públicos, todos morochos, se atreven a insultarlo. Y ahí, el hombre que es un buen calculador de números, por el miedo que siente, no puede contenerse y levanta la voz y agita con violencia su brazo derecho mientras que su cara gringa se pone roja y afirma que si es necesario mandará a reprimir.

Borges y Perón ya están muertos. Pero la preocupación por el tono y las ideologías siguen estando con nosotros. El contenido de un discurso nos dice más de lo que un comerciante asustado quiere decir. En el momento menos esperado, la ideología salta. Hace falta un detonante y salta. Un buen susto y sale el fascista que estaba agazapado.

El tono de Jenefes no se parece al que usaba el General. Ni siquiera se parece al tristemente memorable discurso de aquel 1 de Mayo que gritó "imberbes" a los muchachos que lo dejaron desairado por primera vez.

El tono de Jenefes no se parece ni al de Borges ni al de Perón.

Se parece al que usaba otro general. Un fascista que detentaba el poder en el otro lado de la cordillera: Pinochet.

martes, 23 de julio de 2013

Políticos, compromisos y memorias de la represión dictatorial en Jujuy

LUCHA DE CALLES. Los 90 x Gonzálo Vilca
Está bien la acción del senador Gerardo Morales: aquellos que tuvieron participación activa vinculada a la violación de los Derechos Humanos en la última dictadura no pueden ocupar cargos en el Estado democrático. Hace uno años, él también cuestionó un pedido de ascenso de Rafael Braga, hoy condenado a cadena perpetua por los crímenes que cometió en Jujuy, cuando era teniente, Braga fue el responsable directo de la detención y posterior desaparición de Julio Rolando Álvarez García. ¿Estas acciones son suficientes para afirmar que nuestra clase política se encuentra comprometida con los trabajos de la memoria?

***

A mediados de los ochenta, Gerardo Morales, por entonces líder indiscutido de Franja Morada, fue elegido por amplia mayoría, presidente de la Federación Universitaria de Jujuy (FUJ). Por aquellos años, algunos dirigentes que ahora forman parte del Partido Justicialista (PJ), militaban en la agrupación universitaria de la Unión Cívica Radical, en la Facultad de Ciencias Económicas. Hoy, con el título de Contador y con mala memoria, uno de ellos es candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria (FpV).
En el congreso de constitución de la primera FUJ, los que formábamos parte de la minoría (integrada por intransigentes y peronistas que nunca sacamos los pies del plato, aunque una vez nos expulsaron del PJ) presentamos una moción para que aquellos que fueron funcionarios de la dictadura no integren el gobierno de la Universidad Nacional de Jujuy. Los muchachos de la Franja, por alguna razón que nunca explicitaron, se opusieron. Como no había opción para discutir, ellos solicitaron votar la moción. Tenían los votos suficientes por ser mayoría, pero nosotros solicitamos que la votación sea nominal y cantada. Queríamos que no quedaran dudas de la posición de cada uno. Y, créanme, no quedaron dudas.
Después, ya sabemos lo que pasó. Gerardo (permítanme la confianza, ya que lo conozco desde aquella remota juventud) hizo carrera como legislador provincial y nacional. La tarea que realizó en mantener en la línea de flotación a la UCR fue muy importante: cuando nadie quería hacerse cargo del desastre que dejó Fernando De la Rúa, él tomo el mando y salvó la ropa.
Pero volvamos a los ochenta. En aquella primavera alfonsinista, llegó a Jujuy, como jefe de un regimiento, un militar imputado como responsable de la desaparición de un soldado. El hecho está narrado en el libro de Guillermo Obiols, La memoria del soldado. Sin embargo, ningún político local lo denunció.
Entre 1984 y 1986 funcionó, en la legislatura provincial, una comisión extraordinaria para registrar casos de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Esa comisión estuvo presidida por Antonio Casali (UCR) pero se diluyó por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Posteriormente, Casali brindo testimonio en el primer juicio por crímenes de lesa humanidad en Jujuy y sus argumentos no estuvieron a la altura de la circunstancias.
Próspero Nieva (UCR), Gregorio Horacio Guzmán y María Cristina Guzmán (Movimiento Popular Jujeño y funcionarios durante la dictadura) formaron parte de los 124 legisladores que el 23 de diciembre de 1986 aprobaron la ley de Punto Final. Julio “Pampero” Álvarez García, detenido-desaparecido, era sobrino de Nieva; cuestión que puso en apuros al legislador radical: la ley defendía, entre otros, a los torturadores y asesinos de su pariente. El hecho muestra cómo algunos políticos privilegian la disciplina partidaria antes que el compromiso familiar y social.
Durante los noventa, ningún político local se interesó por las atrocidades cometidas durante la dictadura o, al menos, no lo hizo públicamente. Es más, en febrero de 1996, Carlos Alfonso Ferraro, quien había sido director provincial de Prensa en la dictadura, asumió como gobernador. Y no sólo eso: también fue elegido presidente del PJ de Jujuy. Los únicos que protestaron fueron los integrantes del Frente de Gremios Estatales y los estudiantes que chiflaron a María Inés Haquím, esposa de Ferraro que había sido nombrada directora del Ente Autárquico de la Fiesta Nacional de los Estudiantes. La sacó barata el ex funcionario dictatorial: fue condenado por el delito de violación de los deberes de funcionario público con una pena menor.
La falta de preocupación acerca de los DDHH, por parte de la clase política de Jujuy, se evidenció públicamente el 10 de octubre de 2002. Ese día, en los dos diarios locales, el gobierno provincial publicó un aviso institucional en el que anhelaba “que los actos universales de la humanidad estén contenidos en el respeto a la vida, la justicia, la paz y la democracia”. En la primera línea, con letras más grandes, el aviso decía: “10 DE OCTUBRE: DÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS” (sic). Es decir, se adelantaron dos meses a la fecha de conmemoración. No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta del lugar que ocupa la problemática en cuestión en la agenda de los funcionarios del gobierno de Jujuy. ¿Qué hizo la oposición? Mutis por el foro.
En el 2003, y de manera tardía, en Jujuy se desarrollaron las audiencias públicas por el Juicio por la Verdad. El único político que acompañó de manera activa fue Pablo Baca (UCR). Por entonces, los medios de comunicación emitidos en Buenos Aires tenían sus agendas ocupadas por otras cuestiones y nuestros políticos trataban de acomodarse a esos dictámenes.
Hace diez años, después de una feroz represión en Libertador General San Martín en la que murió Marcelo Cuéllar, renunció el jefe de la policía provincial, Carlos Carrizo Salvadores, actualmente procesado en la causa de la Masacre de Capilla del Rosario, ocurrida en Catamarca durante la dictadura. Como se imaginarán, ningún político local cuestionó la designación que antes había realizado el gobernador Eduardo Fellner (PJ), tampoco éste respondió a la declaración de amor con la que Carrizo Salvadores se despidió: “Fellner es un gobernador de lujo”.
Justo es decir que la Legislatura local sancionó, en el 2007, la Ley Nº 5516 referida al “Día Provincial de los Derechos Humanos en la Provincia de Jujuy”, proyecto que fue presentado por Pablo Baca y Miguel Tito (PJ), que posibilita, en los actos escolares, rememorar el 20 de Julio como el día del primer apagón que ocurrió en Libertador General San Martín y compromete seriamente a la relación de la empresa Ledesma con los secuestros y desapariciones ocurridos en julio de 1976.
No casualmente, en tiempos más recientes, en un allanamiento a oficinas de la empresa Ledesma personal de la Justicia descubrió nóminas con personas consideradas peligrosas para la empresa. ¿Hace falta aclarar que el peligro, para Ledesma, significa denunciar la complicidad empresarial con la dictadura? No recuerdo haber visto el nombre de ningún político, cuestión que no debe sorprendernos porque casi todos acompañaron, en algún momento, el acto oficial de inicio de la zafra.
La designación del comisario Marcelo Alejandro Voros, como jefe de la Policía Federal delegación Jujuy, fue denunciada inicialmente por el portal de noticias La Voz de Jujuy y no por ningún político. Recordemos que Voros es uno de los imputados por la presunta participación en la fuga del represor Julián "Laucha" Corres, quien se “escapó” de la delegación de la policía federal de Bahía Blanca. Rápidamente, los organismos de Derechos Humanos de Jujuy solicitaron y lograron la remoción de Voros.
El pasado 25 de Mayo, en Tilcara, desfiló un pelotón tras el banderín que destacaba “Operativo Independencia. En el palco estaba la plana mayor del radicalismo que reaccionó tarde –muy tarde– y varios días después repudió el paso militar que marchó frente a sus propias narices. Ese día, Próspero Nieva, Gerardo Morales, Alberto Bernis y Mario Fiad estaban más preocupados en “blanquear” la imagen del intendente Félix Pérez, quien días antes había cometido el exabrupto de afirmar que jóvenes tilcareños son semillas mal engendradas que necesitan mano dura; de esa manera, el intendente respondía las denuncias de padres de jóvenes detenidos, quienes denunciaron a la policía local por malos tratos y abuso de autoridad.
Lamento mi incapacidad para conseguir votos durante aquella asamblea universitaria. Digo esto porque en muchos momentos el campo universitario se adelantó a lo que después pasaría con el resto de la sociedad. Quizás, si en aquel momento nos pronunciábamos en contra de los que habían sido funcionarios de la dictadura, podríamos haber contagiado al campo político para que hiciera lo mismo. De esa manera no hubiésemos tenido que soportar a tantos filodictatoriales que ocuparon puestos públicos, como Annuar Jorge (el empresario dueño de un diario que llegó a ser senador por la UCR) o dos integrantes del Superior Tribunal de Justicia: Clara Falcone (UCR) y Sergio Jenefes (hermano del actual vicegobernador), quienes fueron, respectivamente, directora de Cultura de la Municipalidad de San Pedro y director de Tierras Fiscales y Subsecretario de Promoción y Asistencia a la Comunidad, en los oscuros años de la dictadura.
***
Por todo esto, está bien la acción de Gerardo Morales al cuestionar el ascenso del jefe del Ejército, César Milani, quien está acusado, entre otras cuestiones, por la desaparición del conscripto Alberto Agapito Ledo que, en el año 1976, había sido incorporado al Batallón de Ingenieros de Construcciones 141. Estaría muy bien que algún político promoviera una investigación sobre las desapariciones de dos colimbas –Mario Ivar Flores y Aníbal Dante Tosi– que ocurrieron en Jujuy, también en tiempos de la dictadura. Desapariciones que están registradas en varias libros, por el vínculo familiar de su autor recomiendo al El escuadrón perdido de José Luis D’Andrea Mohr, tío abuelo de Diego D’Andrea Cornejo, quien hoy es uno de los defensores de Carlos Pedro Blaquier. Es decir, otro abogado que postergó el compromiso familiar.


lunes, 24 de junio de 2013

Discriminan a políticos en la Feria del Libro de Jujuy

Resulta muy feo que los organizadores de la Feria del Libro de Jujuy, en la programación del presente año, no hayan incluido a sólidos conocedores de la historia de Belgrano: me refiero al senador nacional Gerardo Morales, al diputado provincial Carlos Oheler y al ministro de Educación Rodolfo Tecchi, quienes han dejado por escrito su sapiencia, ya sea en cámaras legislativas o en discursos públicos. Ellos han leído seguramente a Pierre Vidal–Naquet quien expresó que la historia es demasiado seria para dejarla en manos de los historiadores. ¿Hace falta aclarar que las historias que cuentan nuestros funcionarios están en las antípodas de la seriedad? Hace falta: las historias que cuentan nuestros funcionarios están en las antípodas de la seriedad. Por lo tanto, un buen título de la charla sería “Todo lo sólido se desvanece en el aire”.

Oheler, el diputado de la lapicera caliente

Morales: "Frente tamaña afrenta a un hecho que marcó no solo la vida de los jujeños, sino que también sentó las bases para la independencia de la República Argentina, es deber de todo jujeño –y mucho más de sus autoridades– tomar las medidas necesarias para evitar que se continúe con la difusión de una versión falsa que difama a nuestros ancestros, causando un daño irreparable en la educación de las futuras generaciones".
Tecchi: "Las ideas de Belgrano están en el gobernador Fellner"

miércoles, 5 de junio de 2013

La política como guardiana del mito

Tapa de libro editado por la UNJu
Había una vez un hombre que dijo "no somos hijos de Adán y Eva, somos parientes del mono". El tipo armó una teoría y, por supuesto, no fue felicitado por el poder del turno que lo declaró hereje. Otro fulano dijo que nuestro mundo no era plano, ni estaba sobre cuatro elefantes que a su vez pisaban una tortuga gigante; lo declararon loco. Un tercero dijo que no somos el centro del universo, que nuestro planeta gira alrededor del sol; ya sabemos lo que pasó: el fulano fue a declarar al tribunal de la inquisición. Un cuarto dijo que muchos de nuestros actos no son responsabilidad exclusiva de nuestro estado consciente y sí de nuestro inconsciente; los comisarios del sentido común dijeron que seguro que ese tipo era un degenerado que teorizaba sobre la envidia del falo.
Hoy, en pleno siglo XXI, un grupo de historiadoras profesionales arroja luz sobre un hecho que estuvo oculto durante mucho tiempo y tampoco son felicitadas. El tono que usan algunos legisladores se enmarca en la nefasta tradición de hogueras, cepos y desollamientos. Solicitar que se deje de emitir un capítulo es la continuidad de la censura por medios democráticos. Resulta curioso lo lento que estuvieron, esos mismos legisladores, para repudiar el paso marcial de un pelotón que reivindicaba el "Operativo Independencia". Claro, estaban juntando un centenar de fotos para diseminar la culpa de la lentitud de sus reflejos democráticos. La culpa compartida es menos culpa, o por lo menos es más llevadera.
La ciencia, estimados funcionarios, no está para consolarnos por la pérdida del paraíso perdido. La ciencia no trabaja con relatos redentores. La ciencia no nos coloca en el centro del universo.
Y una última cuestión: el principio de autoridad no es válido para la ciencia

lunes, 27 de mayo de 2013

El "Operativo Independencia" en Tilcara

El senador Gerardo Morales, el intendente Félix Pérez, el diputado nacional Mario Fiad y el diputado provincial Alberto Bernis, entre otros, ¿aplaudieron?
Tilcara, 25 de Mayo de 2013

Siempre me molestaron los desfiles en lo que hay que marcar el paso. "El arte desordena la vida", escribió Karl Klaus; quizás ahí está la función de la escritura: mostrar (o mejor: demostrar) algo que no todos ven. Marchar todos al unísono imitando un paso militar no me parece atractivo, pero respeto el derecho de todo vecino de desfilar. Lo que no pienso aceptar es que un grupo de autoridades elegidas democráticamente, como Gerardo Morales, Félix Pérez, Mario Fiad y Alberto Bernis, no digan nada frente a un grupo de uniformados que porta un estandarte que dice: “Asociación Ex-Combatientes jujeños y otros / Operativo Independencia / Delegación Perico”. 

El “Operativo Independencia”, nunca estará de más recordarlo, fue el nombre que las fuerzas militares y de seguridad le dieron al conjunto de centenares de secuestros, tormentos y asesinatos que empezaron en febrero de 1975, en Tucumán; es decir, antes del inicio de la última dictadura. El jujeño Julio Rolando Álvarez García, sin ir más lejos, fue secuestrado el 1º de febrero de 1976, en aquella provincia; “Pampero” fue torturado en un Centro Clandestino de Detención durante treinta y cinco días. 

El año pasado, el juez federal Daniel Bejas responsabilizó a Jorge Rafael Videla (sí, el mismo que El Tribuno de Jujuy permite que una vecina le dedique un poema) y a Mario Benjamín Menéndez por crímenes contra 269 víctimas, que “configurarían el marco del delito de genocidio tipificado en el Derecho Penal internacional”. El juez también destacó que la violencia sexual en aquel contexto “no fue producto de desviaciones particulares, sino que fue ejercida en forma sistemática” y procesó a varios militares como partícipes necesarios. 

El pasado 25 de Mayo, por la calle Belgrano de Tilcara, once hombres vestidos con uniformes verdes de combate marcaron el paso detrás de un estandarte que tenía el infame nombre de “Operativo Independencia”. En la crónica de El Tribuno de Jujuy se puede leer que Gerardo Morales apoya “ideas ya vertidas por el intendente anfitrión, Félix Pérez, en relación a los hechos de violencia que conmovieron la localidad quebradeña”; hechos que no coinciden con la versión que brindan los familiares de jóvenes detenidos, ellos denunciaron a la policía local por malos tratos y abuso de autoridad. Hace unos días, Félix Pérez y su gabinete hizo circular un documento en que se refería a los jóvenes detenidos como "mala semilla que se encuentra germinando" en Tilcara. ¿Esas son las ideas que apoya Gerardo Morales? ¿Y cuál fue la reacción de Morales, Fiad y Bernis al ver desfilar a hombres que formaron parte del ejército represor? ¿Hace falta preguntar por qué el intendente aprobó que un pelotón representativo de nuestra historia más trágica desfilara por Tilcara? ¿Acaso añora la mano dura de genocidas como Domingo Bussi? ¿Hay alguien en el gabinete del municipio indígena de Tilcara que tenga simpatía por las atrocidades cometidas en la última dictadura? 

Los crímenes del pasado, escribió Juan Gelman, perviven en lo que se calla de ellos en el presente.

Leer:

lunes, 20 de mayo de 2013

El poroto del mal

La planta del poroto del mal ha sido descubierta recientemente en Tilcara. Su descubridor es el primer biólogo indígena y afirma que esta planta abandonó el reino vegetal para instalarse en el animal. Basa su afirmación en el hecho de que el "porotus patitas" (nombre científico), cuando es llevado a la comisaria del pueblo, grita. Según comentarios escuchados en los pasillos de la comisaria, un método para curar el mal que les ha sido engendrado es trasladar al poroto a comisarias alejadas, pero antes hay que gritarles: "¿Quieren órgano sexual masculino? ¡Órgano sexual masculino tendrán!". Los biólogos más osados afirman que el sintagma dicho a viva voz puede tener variantes que usen una palabra grosera (“pija”) que reemplace a tres que no lo son. Personas que están alrededor del biólogo indígena (que responden al nombre colectivo de “Su Gabinete”) sostienen que el mejor lugar para cosechar "porotus patitas" es a la salida de los bailes y que siempre es mejor cortar a las especies más jóvenes de raíz. No es fácil arrancarlos de su suelo natal, por eso los cosechadores que visten de azul utilizan todo su arsenal y equipo de combate.

viernes, 3 de mayo de 2013

El deber de la memoria

LA MIRADA OSCURA. Rafael Mariano Braga
He tenido un privilegio que pocos investigadores han logrado. Años después de trabajar sobre las memorias de la represión dictatorial en Jujuy, estuve sentado frente a Mariano Rafael Braga, un hombre acusado de maltratar, secuestrar y hacer desaparecer personas. Uno de los militares que más recuerdan los familiares de detenidos-desaparecidos de Jujuy y que hoy –viernes 3 de mayo de 2013– el Tribunal Oral Federal deberá emitir sentencia.

Participé como testigo contextual por haber escrito Con vida los llevaron, obra que curiosamente, según me cuentan, en estos días forma parte de los libros reproducidos en formato ampliado como decoración del stand de Jujuy en la Feria del Libro de Buenos Aires. Es decir, escritores y lectores jujeños hemos crecido más rápido que nuestro sistema judicial.

Más allá de este desarrollo desigual, quiero decir que nunca antes había pensado estar frente a un represor (Antonio Orlando Vargas y José Eduardo Bulgheroni, los otros imputados, no permanecieron en el recinto de sesiones por motivos que no entendí). No lo había pensado porque había descartado, desde el vamos, las declaraciones que hacen aquellos que tuvieron un accionar activo en la represión ilegal; siempre me parecieron –y aún hoy lo siento así– que su discurso fue (es) interesado para mejorar su pasado, por lo tanto, nunca busqué entrevistar a aquellos que detentaron el poder en la última dictadura.

Para mi sorpresa, Braga no sólo fue un lector no buscado, sino que gracias a los caminos de la Justicia, nuestras miradas se cruzaron. Él cita nuestro libro para afirmar que Julio Rolando Álvarez García y su compañera, Inés Peña, fueron militantes de la organización Montoneros. Cuestión que efectivamente fue así. La primera vez que, en una reunión realizada en la casa de Nélida y Andrés Fidalgo, en el año 2002, Inés nos contó de su militancia, la mayoría de los que la escuchábamos nos sorprendimos. Todavía era difícil asumir que nuestros detenidos-desaparecidos habían participado en una organización armada. Inés, como tantos militantes honestos, asumieron su pasado revolucionario y ese hecho quedó registrado en un libro que tiene ya varias ediciones.

Braga fue un militar que se destacó mientras estuvo de servicios en Jujuy. Se destacó por maltratar a los familiares que concurrían al Regimiento de Infantería 20 a preguntar sobre sus detenidos y desaparecidos; él, en un acto de humillación digno de un miserable, ubicaba su escritorio al frente de un charco de agua, para que todo familiar tenga que mojar sus pies para preguntar sobre un ser querido. Además, fue el más perverso torturador que denunció Dominga Álvarez de Scurta, días antes de pasar a integrar la nómina de detenidos-desaparecidos de Jujuy. Y también fue el oficial responsable que irrumpió en la casa paterna de Julio Rolando Álvarez García y lo secuestró, esto lo sostienen todos los testigos que presenciaron el acto y que fueron los familiares y amigos que ese día almorzaban en la casa del barrio Ciudad de Nieva.

Según Rafael Mariano Braga, el trabajo que hicimos con los familiares de los detenidos-desaparecidos contribuyó a crear una ficción sobre su trayectoria militar en Jujuy. Quiero dejar constancia que soy un escritor que respeta la creación literaria, pero que mi trabajo de rescate de las voces que vienen del pasado ha sido realizado con el rigor del periodismo de investigación. Que mi título de licenciado en comunicación social me habilita para realizar esta tarea con solvencia. Que mi actividad como investigador acreditado de la Unju, me permite calificar a los testimonios que tienen un alto grado de credibilidad por los constituyentes que poseen y también descartar otros que sólo son maniobras, como las que emplea Braga, en su intento torpe de desvincularse de una historia que reclama justicia desde hace varias décadas.

El abogado defensor de Braga, Mario Vitellini, preguntó a los jueces cómo era posible que los testigos de la querella recordasen hechos que ocurrieron hace 37 años, cuando él no recuerda lo que hizo hace poco. Tenemos que aclarar, por lo tanto, que la tarea de rememorar la realiza la persona que necesita entender lo que sucedió, que hacen falta palabras para construir un manto de memoria que nos proteja de los hechos que nunca debieron haber sucedido y que hay cuestiones que actúan como invariantes: personas, hechos y fechas.

Ahora bien, las personas que cometieron actos aberrantes no necesitan rememorar. Por la simple razón de que ellos necesitan olvidar. El olvido es, para ellos, una necesidad para seguir viviendo. Los que fueron humillados necesitan recordar para exigir justicia; los asesinos necesitan olvidar para hacer más llevadera la culpa que cargarán hasta el último día de su vida.

He escrito que tuve un privilegio raro: varias de estas palabras se la pude decir en la cara de Rafael Mariano Braga. Él no tuvo que pisar un charco inmundo de agua. Estaba sentado detrás de su abogado que me pedía que por favor no lo mirara a su defendido, que me dirigiera a los jueces.

Hoy, todos podemos mirar a los ojos a los asesinos porque sabemos la importancia del deber de la memoria.

jueves, 18 de abril de 2013

La peste también es jujeña


La peste es siempre de afuera, dijo alguna vez un escritor de esta tierra de fronteras. Ironizaba, claro, sobre los problemas que los jujeños no nos atrevemos a enfrentar. Hablaba del cólera aquel escriba. Decía que siempre venía de Bolivia, como tantos otros males. ¿Hace falta que vuelva aclarar que era una ironía? Lo aclaro, por las dudas.
Respeto la decisión de los expresarse que tienen los dirigentes de la UCR y el FAP. Me hubiese gustado leer las opiniones de los organismos (así, en plural, como titulan la nota) de DDHH. Pero, ya sabemos, no siempre los títulos dan lo que prometen. Ahora bien, ¿no sería interesante preguntarnos sobre cómo está constituido nuestro sistema judicial (me refiero al de Jujuy, claro), si existen ramas familiares (incluyendo a los parientes políticos) en su estructura, si hay una organigrama paralelo constituido por afectos (por llamarlo de algún modo) que producen ruidos comunicacionales (por seguir dando vueltas con las palabras) que traban pedidos de justicia (los crímenes de lesa humanidad sin ir más lejos)?

http://www.las24horasdejujuy.com.ar/index.php?option=com_k2&view=item&id=7234%3Apartidos-pol%C3%ADticos-y-organismos-de-ddhh-y-sociales-de-jujuy-en-contra-de-la-reforma-judicial-que-se-debate-en-el-parlamento-nacional&Itemid=548

jueves, 4 de abril de 2013

Memorias oficiales, memorias marginales. El caso de Tilcara


Desde el gobierno de Néstor Kirchner, la visibilidad de las políticas de memorias se ha modificado. En un principio, las consignas de “memoria, verdad y justicia” fueron enunciadas casi exclusivamente por los movimientos de DDHH. Sus integrantes influyeron para que Raúl Alfonsín ordenara, en diciembre de 1983, el Juicio a las Juntas Militares; ellos mantuvieron la lucha aún en los difíciles tiempos de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final; con esas consignas resistieron el Indulto a los comandantes que otorgó Carlos Menem. Por lo tanto, hay que decir que la decisión del entonces presidente Kirchner de basar su política de DDHH en la lucha de madres y familiares de detenidos-desaparecidos potenció, como ningún otro gobierno post dictatorial, el reclamo de estos organismos.
Una política no se basa únicamente en líneas de acción, también se forma con los actores que la constituyen. Así, varios militantes o hijos de militantes empezaron a ocupar cargos en reparticiones públicas de la nación y de las provincias. Para algunos, esta decisión puede ser mirada como un intento de cooptación; para otros, significa la acentuación de una política de reparación. Como sea, el resultado es una multiplicación de discursos conmemorativos referidos a cada 24 de Marzo.
Una cuestión interesante para analizar sería averiguar si esta proliferación de memorias de la represión dictatorial genera discursos y prácticas que problematizan, movilizan y permiten la reflexión; o si –por el contrario– la multiplicación de discursos de los trágicos sucesos de los setenta produce una disfunción narcotizante que se agota en los rituales conmemorativos.
Más allá de la cuestión planteada, resulta enriquecedor ver cómo los trabajos de rememoración encuentran espacios donde, años atrás, era impensado ya sea por indiferencia o por incapacidad para superar el trauma vivido. La contracara está dada por actos que giran sobre sí mismos, que repiten discursos dichos en años anteriores y que devalúan a las palabras por el uso reiterativo hasta el punto que no movilizan a nadie.
Los actos conmemorativos del año pasado tuvieron un común denominador: varios oradores solicitaron la renuncia al juez Carlos Olivera Pastor, quien había sido denunciado desde 2009 por rechazar sistemáticamente pedidos de indagatoria a acusados de cometer crímenes de lesa humanidad. Unos días después, Olivera Pastor renunció y, como acto de despedida, concedió una entrevista a Canal 7 de Jujuy en la que, sin ningún pudor, expresó que él había realizado grandes avances para agilizar las causas. Que conste la falta de verdad del ex juez subrogante y que conste también la falta de coraje para repreguntar por parte del periodista.
Así como sabemos que la memoria personal es incompleta, inestable y poco confiable; que está afectada siempre por el olvido y por la negación, la represión y el trauma; la memoria colectiva no es menos circunstancial ni menos endeble, sus marcos de ninguna manera son inmodificables a lo largo del tiempo. La memoria siempre queda sujeta a la reconstrucción, a veces de manera ingeniosa, otras no tanto.

La memoria interior
Desde hace un año, el Instituto Interdisciplinario Tilcara (ITT) de la Universidad de Buenos Aires desarrolla un ciclo de proyección de documentales. Entre el 20 y 23 de marzo pasado, se exhibieron cuatro documentales: tres referidos directamente a problemáticas trágicas de nuestra provincia y uno a mujeres que buscan restos humanos en el desierto de Atacama (Chile). Son historias que ocurren en lugares alejados de las grandes ciudades, con hombres y mujeres que pocas veces entran en las páginas de los libros oficiosos de la historia.

La primera vez que leí unas líneas sobre la represión en Tilcara fue en el libro Jujuy, 1966/1983 de Andrés Fidalgo (2001). En la página 195, el escritor narra que, a mediados del año 1976, policías de San Salvador de Jujuy detuvieron a alrededor de quince personas, a las que sumaron dos o tres de Maimará. Fidalgo expresa que todos fueron liberados excepto dos: Horacio Gaspar y Oscar Schultz, ambos docentes, quienes fueron llevados –sin ningún justificativo– a la cárcel. Expresa, además, que en el operativo habrían colaborado un pintor y maestro de la ciudad quebradeña y “un conocido antropólogo y su esposa de igual profesión que se desempeñaban en el IIT”. Todos los que vivieron en Tilcara durante aquellos años conocen los nombres que el escritor cita de manera relativa; todos saben lo que pasó pero nadie habló durante mucho tiempo. Ya sabemos: si no se habla es como si no hubiese sucedido.
Es por todo lo anterior que resulta altamente positivo que el IIT proyecte documentales referidos a “los años de plomo”, que invite a familiares de detenidos-desaparecidos, documentalistas e investigadores a dialogar con los vecinos para reconstruir una trama que durante varias décadas estuvo postergada. Porque efectivamente ocurrieron atropellos injustificados en el interior de nuestra provincia y pocos se atrevieron a denunciarlos. Hoy, en la misma institución que una pareja de antropólogos conspiraban para la detención arbitraria de vecinos, las imágenes y los sobrevivientes hablan de lo que nunca debió haber sucedido. Y esto es bueno también saberlo.
La proyección de documentales se complementó con una muestra de fotografías y textos que contextualizaban las imágenes. Escribo muestra y me tengo que corregir: en el patio del Museo Arqueológico había una instalación de fotos y textos que se agitaban con la dirección del viento del lugar.
Ya hablamos que tanto la memoria individual como colectiva se desarrolla siempre sobre arenas movedizas. En el caso de esta instalación, las fotos y los textos estaban anclados a robustas piedras que intentaban, en vano, configurar una permanencia.
Nadie miró dos veces la misma instalación. Si, en un momento, nos asaltaba la miraba firme y desolada a la vez de Jorge Weisz (firme por sus convicciones, desolada por no saber la suerte que le esperaría a sus seres queridos y a él mismo), en la típica imagen del detenido que mira de frente, enseguida estaba la foto de perfil que confirmaba que, para los dictadores, la presencia de hombres que habían renunciado a vivir de manera conformista y abrazaban a la ética, como Weisz, era sumamente peligrosa para los personeros del poder.
Las imágenes nos recuerdan a las personas que ya no están: Avelino Bazán, Alcira Fidalgo, “Dumbo” Turk, Luis Wayar (detenido no desaparecido) y otros, y también nos llevan al pasado de nuestra propia historia, a escuchar voces que ahora nos parecen lejanas. Lo peor que podría pasarnos es no escuchar esas voces que vienen desde atrás, que nos sugieren comportamientos, que nos recuerdan deberes y que, fundamentalmente, nos hablan de injusticias que aún faltan reparar.
Aún quedan muchos habitantes en Tilcara que recuerdan a los dos furgones que secuestraron a sus vecinos, en aquel 1976. Es posible que alguno haya gritado, que otro no se animó a responder porque entonces las palabras se habían vuelto inseguras. Todo lo que se expresara podía ser usado para convertir en subversivo al que las enunciara. El sueño del traidor parecía haberse cumplido: nadie lo denunciaba. Por eso tenemos que recordar, porque el que traiciona busca no tener memoria; el olvido es, para él, un modo de subsistencia.
Los vecinos vieron y escucharon, percibieron que algo grave estaba ocurriendo para que uniformados de la ciudad más importante de la provincia secuestren gente de una ciudad tranquila. Los que protagonizaron los secuestros destruyeron pruebas y maltrataron a los testigos para asegurarse el olvido de sus propias historias. Pero la percepción de lo visto y oído fue una huella que quedó en muchos que se convirtieron en portadores imprescindibles de los relatos del horror. Una huella que recuperó su forma por las historias que se contaron en el IIT. Es decir, lo percibido y guardado en un subsuelo de la memoria y lo representado, posibilitan la rememoración.
El pasado, por lo tanto, estaba bien representado. El viento que se colaba por los muros parecía indicar que existen nuevas perspectivas para representar la masacre. Las fotografías y los textos atados con hilos finos y resistentes desplegaban historias, en el mismo patio que hace unos años, algunos paseantes habían decidido bloquear el paso de la historia. Tarea que fue en vano porque la historia, como el viento, no detiene su inexorable marcha. 

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