viernes, 2 de noviembre de 2007

Funcionarios porteños en Jujuy

Los funcionarios porteños llegan a Jujuy por vía aérea. Se hospedan en un buen hotel, tienen viáticos jugosos y siempre se dejan un tiempo para visitar la Quebrada de Humahuaca.

Aunque no llegan en carabelas, les gusta venir con un gesto a lo Cristóbal Colón y siempre se enojan si no descubren algo. Son descubridores por naturaleza. Saben cómo somos los jujeños y no sólo eso: lo saben mejor que nosotros mismos.

Antes llegaban como interventores y traían la locura suficiente que les permitía descubrir los que ya estaba. Antes de marcharse, nos dejaban espejitos de colores a cambios de deudas que todavía hoy pagamos. Sólo se quedaron en estas tierras aquellos funcionarios cuya locura estaba muy desarrollada.

(El que bebe agua del Xibi-xibi siempre vuelve, pero de la locura del funcionario no se regresa.)

Ahora los funcionarios nos traen planes, exposiciones y proyectos varios. Nos siguen trayendo espejitos de colores. Son tanto los funcionarios que nos visitan que, a veces, se descubren entre ellos. Algunos de esos funcionarios también llegan para invitarnos a Buenos Aires. Eso sí: nosotros tenemos que ir en colectivos de mala muerte, hospedarnos en hoteles baratos y, si tenemos ahorros, podemos comprarnos una remera en Once.

Ayer tuve la oportunidad de ver dos funcionarios de Buenos Aires. Parecían personas serías. Los escuché atentamente. Uno habló sobre dos muestras que organizan con apoyo de una fundación extranjera y del gobierno nacional. El otro esperaba para meter su cuchara.

(Los funcionarios de Buenos Aires saben cómo conseguir fondos y están siempre dispuestos a intervenir en cualquier tema.)

Las muestras contendrán paneles con problemáticas que ocurrieron en otro lugar y en el país. Como parece que Jujuy no queda en el país, dijo que habrá unos paneles libres para completar con fotografías locales. Las muestras se complementarán con dos días de capacitación en un programa elaborado en adivinen dónde (sí, adivinaron), pero quedará una hora para hablar sobre esta provincia. Esto fue lo que explicó el primer funcionario.

(Los funcionarios de Buenos Aires son nacionales. Los de aquí, a lo sumo, provinciales.)

Cuando el segundo funcionario logró meter su cuchara, el estofado empezó a oler mal. Dijo que él, además de ser funcionario, era profesor de la Universidad de Buenos Aires. Que llegaba para “abrir un espacio nuevo”. Que nuestra provincia iba a dar “un primer paso”.

No pude contenerme. Les dije que lo que descubrían, ya había sido descubierto. Que lo que el segundo funcionario quería abrir, ya había sido abierto. Y que el primer paso había sido dado hace rato sin ayuda de funcionarios (ni nacionales ni provinciales).

Cuando me paré para retirarme quisieron darme otra lección. Al funcionario mayor le parecía una falta de respeto que yo me marchara, el otro me dijo que había llegado a Jujuy y que su mujer se había quedado con cuarenta grados de fiebre. Apenas pude decirles que las políticas nacionales prácticamente no llegan a esta provincia porque los funcionarios se pusieron a discutir entre ellos y se olvidaron de mí.

Pobrecitos. No saben lo que en materia de Derechos Humanos han hecho Andrés Fidalgo, Nélida Pizarro de Fidalgo, las madres y familiares de detenidos desaparecidos de esta provincia, Ludmila da Silva Catela, los hermanos Ogando, Diego Ricciardi, Pablo Baca, Pablo Pelazo, la Universidad Nacional de Jujuy y, sin ir más lejos, este blog.

Digo, por dar algunos ejemplos nomás que, algún día, algún funcionario porteño debería descubrir.

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