sábado, 26 de abril de 2008

El fin de la inocencia 13

Campo literario jujeño en la década del noventa: Conclusión 2

Leer: El fin de la inocencia 12

Conclusión 2: Los narradores. ¿Por qué la narrativa –con la excepción de la obra de Tizón– no aparenta ser un espacio consolidado? Pensemos algunas hipótesis: 1) existe un autor paradigmático que opaca al resto; 2) los narradores que surgen en los noventa son autores tardíos que no se animaron en la década anterior a producir rupturas a las corrientes ya establecidas del campo literario y 3) se trata de un género que no es preferido por los lectores.

Intentemos una posible resolución. Efectivamente, Tizón es el autor que más ha trascendido fuera de los límites de esta provincia. Quizás, esa imagen de autor consagrado produzca un excesivo respeto; he escuchado varias diatribas en contra de él, pero sólo una escritora se atrevió a expresarlas por escrito. Esta falta de intención subversiva en el campo narrativo, a mí entender, lo vuelve demasiado rígido, estático y sin vitalidad. No implica esto que hay que injuriar al gran narrador, significa que la irrupción de nuevas maneras de narrar debe lograrse con un gran capital intelectual.

Pasemos a la segunda hipótesis. Salvo Dubin y Nassr que nacieron en 1963 y 1976, respectivamente (obsérvese la diferencia de edad que indica el vacío existente), todos los narradores que editaron en los noventa tenían más de treinta años. A esa edad, cualquier escritor que lee literatura desde los veinte ya debería estar, por lo menos, con una estética definida. Quizás éste sea el motivo para que no exista una obra equivalente a Historietas que, sin ser lo más logrado de Aguirre, marcó un cambio de rumbo en la poesía que después se calificó como nueva.

Por último, la preferencia de los lectores –esto me lo marcaron mis amigos libreros– no es una cuestión de géneros. Es más: uno de los libros que más se ha vendido y se vende es Seres mágicos (1ª ed. 1994) de Bossi, una obra narrativa que, al igual que el poemario Puya-Puyas (1ª ed. 1931) de Zerpa, tiene varias ediciones.

Una cuestión más: en el prolijo gráfico narrativo resultante, Accame y Constant se reconocen mutuamente como pares con todo lo que esto significa. Sin embargo, si observamos la producción de cada uno podemos ver una gran disparidad. Mientras que el primero es el más prolífico narrador de los noventa (publica un libro por año, a excepción de 1991); el segundo, en tanto, abre la década con Música para corderos y no publica nada hasta el 2004. ¿Alguien puede sacar alguna conclusión de esta disparidad entre pares?

Imagen: Fragmento de un dibujo de Néstor Groppa, 1956.

Leer: El fin de la inocencia 14


1 comentario:

Anónimo dijo...

Usté amigo Reynaldo se mete en cada brete!! Sepa que a la distancia sigo preguntándome lo mismo. Será que el jujeño tiene preconceptos respecto de una literatura regional? Será como le dije en este mismo blog (en un intercambio con mx) que la literatura jujeña tiene que tener olor a humita para ser considerada literatura jujeña?
Usté siga investigando al respecto que yo lo voy siguiendo.
Le mando un abrazo

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