sábado, 9 de julio de 2011

Néstor Groppa, autor de los mejores nombres de casas de comercio

Ayer, una joven de humor ácido destruyó toda una descripción que hice para indicarle dónde vivo. No alcanzó ni la referencia del altar mayor al Gauchito Gil, tampoco la cancha de rugby o la horrible antena de telefonía celular que tiene los colores rojo y blanco que connotan el descenso, ni mucho menos el bananero de la esquina. La joven, como buena etnógrafa que efectivamente es, borró de un plumazo todas mis aclaraciones con un rotundo comentario sobre la oscuridad de mis palabras. Y ahora que escribo esto, comprendo que tiene razón.

¿Qué tiene que ver el título de esta nota con lo que escribo? Que Néstor Groppa nunca tuvo ese tipo de problemas, él registró minuciosamente nuestra ciudad y fue el poeta de la claridad lúcida. Para lograr esa lucidez, hizo un trabajo profundo de inmersión en los sentimientos de nuestros vecinos. Así, en varios de sus poemas, se pueden encontrar rarezas que observó, como la de una pantalla de aparato de televisión en desuso que ocupaba el lugar de una ventana, en el barrio Mariano Moreno. También le dio sentimientos a un maniquí que lucía un vestido de casamiento y esperaba en vano a su prometido; en ese poema colocó, además, una expresión popular: "La que nunca tuvo novio".

También destacó los nombres que figuraban en algunos carteles: "El palacio de las inyecciones" (¿enseñan este tipo de metáforas en los talleres literarios o en las clases de publicidad de las universidades?), "Si, hay" (un aviso que brilla por la ausencia y que todos los que masticamos coca en Jujuy sabemos de qué se trata) y otros hallazgos verbales que no vamos a detallar aquí.

Sí quiero dejar en claro, ahora, el error que cometí al hacer la descripción del camino a mi hogar. Debería haber señalado que al frente, hace poco, inauguraron una casa que vende pollos. El cartel que figura encima de la puerta dice: "El re-pollo". Brevedad, justeza e impacto: he aquí tres características que le hubiesen gustado al poeta. Son, además, las características que la joven etnógrafa me reprochó.

Para ella es esta nota.

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