Notas de Reynaldo Castro publicadas en diarios y revistas. La mayoría de estos textos abordan cuestiones relacionadas con la literatura, las memorias de la represión de la última dictadura y la ciudad de San Salvador de Jujuy (ubicada en el norte de Argentina, América del sur).
En Jujuy, sabemos que la mayor fiesta juvenil es la de los estudiantes que se celebra en este mes, precisamente. Justo ahora que el gobierno nacional promueve habilitar a aquellos que tienen dieciséis años a participar de una elección (como votantes, no como candidatos, of course), vamos a hablar de esta cuestión juvenil. Los jóvenes que cursan el secundario y participan activamente en la Fiesta Nacional de los Estudiantes (FNE) -¿hace falta decirlo?- son aquellos que tienen menos de dieciocho. La FNE es organizada por el Ente Autárquico Permanente que fue creado por el entonces gobernador Carlos Alfonso Ferraro, quien designó como máxima autoridad a ¡su esposa! María Inés Haquim, en la segunda mitad de los noventa. En la actualidad el Ente está bajo la dirección de Santiago Solá, un hombre al que la juventud lo dejó hace varias décadas. No tengo nada contra él -lo aclaro por las dudas-, como tampoco tengo nada contra los viejos (me acuerdo que fue un viejo de ochenta años el que nos marcó el camino de recuperación de las memorias de la represión dictatorial en Jujuy: Andrés Fidalgo, quien siempre fue el más joven de todos los escritores); simplemente quiero preguntar: ¿la política juvenil no la debería coordinar alguien que pertenezca a la juventud? ¿O es que acaso Solá es más joven que todos los militantes de la Cámpora en Jujuy? ¿Los jóvenes sirven para vota y no para ser electos? ¿Sirven para ser carroceros y no para organizar la FNE? http://www.fne.org.ar/institucional
Mi amiga Ileana Medina Hernández hace unas horas colocó en
andariveles (perdón por la metáfora natatoria) distintos al amor como expresión
del corazón y la conducta tangible que se manifiesta en acciones concretas
(dar, acompañar, acariciar, permanecer, comprender, perdonar, aceptar). Ella
sostiene que es un síntoma de una cultura neurótica. Quizás tenga razón. Como
sea, a mí me hace pensar en la importancia de las palabras, en el uso de
metáforas que sugieren, agrandan y emocionan (también existen aquellas que
están desgastadas porque se convirtieron en un lugar común). Palabras que
invitan a la acción. Palabras que hacen que el amor se manifieste en acciones.
Por lo tanto, quizás la problemática está mal planteada. Tal vez tengamos que
sacar un cable que separa y dejar que por el mismo andarivel fluyan las buenas
metáforas y las acciones que ellas desencadenan. Escribo esto y siento que
entiendo mejor a Ileana. Entiendo que la palabra "corazón" ha sido
desgastada por malos poetas, malos administradores de la fe y pésimos
funcionarios públicos. Por mi parte, yo ("que nunca tuve otra religión que el cuerpo de una mujer") prefiero creer que el amor -si hay que
pensar en que vive en alguna parte del cuerpo humano- existe entre las curvas
de los pechos de una mujer. El corazón queda mejor en una tabla de anatomía o
en el mostrador de una carnicería. Por suerte existen buenas canciones que nos
reconcilian. Como la que cantan Fito y Ana Belén.
El gobernador
Eduardo Fellner dijo, según El Tribuno de Jujuy de hoy, “despido no sólo a un
gran hombre de Jujuy, sino a un poeta, a un hombre de la cultura, buen juez, un
hombre que ha marcado la trayectoria en la política, en lo ideológico en lo
cultural sino también a un hombre apreciado". Es saludable que los
funcionarios públicos se interesen por sus escritores. Sería más saludable si
pueden precisar los géneros literarios que han practicado esos escritores.
Tizón, para decirlo claramente, nunca escribió poesía. Por otro lado, como
juez, el gran narrador (y nunca poeta) ordenó detener el avance de una empresa
minera en la Quebrada de Humahuaca; nunca estará de más recordarlo. Todo esto
nos obliga a pedirles a los funcionarios públicos que cumplan con un deber
primordial: quedarse callados cuando no tienen nada para decir.
Uno se anota para concursar una materia. El concurso se suspende. Hay que ratificar que uno se quiere presentar, aunque pasaron varios meses. Uno lo hace. El concurso -como casi todos- tiene un tufillo a podrido, aunque no vivimos en Dinamarca. A pesar de lo apuntado, uno lo gana de tal manera que no existen impugnaciones. Espera la resolución del Consejo Académico que lo confirme. Sucede: uno está confirmado. Uno está en un programa de mejora a las Ciencias Sociales y el secretario Administrativo de la FHyCS, Julián Hamity, le dice que el aumento de dedicación saldrá con el pago del mes de abril y será retroactivo a marzo. Uno festeja y hace planes. Uno va a cargado de ilusión al cajero el 1ero de Mayo y no pasa nada con el aumento prometido. Le pregunta al secretario Administrativo y dice que la culpa la tienen en el Rectorado. Habla con el Secretario Académico de la UNJu, Gustavo Lores, y le tira la pelota a Varela ("Varelita") de Tesorería. Uno habla de lo mismo con "Varelita". El otro devuelve la pelota y dice que Hamity nunca le habló de la cuestión. Conclusión: nadie tiene la culpa, la culpa siempre es del otro. Por lo tanto, uno que es un resentido social empieza a juntar datos, arma un seguimiento con los concursos que se realizaron, con los que se impugnaron con justicia, con los que no se impugnaron (aunque el que ganó ni tenía título universitario ni una trayectoria periodística que la supliera). Uno escribe esto y pide a todos aquellos que se sienten estafados (por otros que no tienen la culpa nunca) se comuniquen con uno. Uno quiere armar un documento que demuestre que hay funcionarios que no funcionan. Que una vez por todas alguien debería poner la cara y dar una explicación. No para uno, claro, para todos.
“No miento si juro que
daría por ti la vida entera”, dice el cantautor y también aclara que no será
más fiel que a sí mismo. Él, como nosotros, corazón, es una oveja descarriada
de tantas madrugadas. Me gusta mucho esta canción porque siempre sentí la tentación
del solitario para escuchar música sin interferencias, para leer en silencio
los poemas que pocos conocen (“mi mujer con lengua de hostia apuñalada”), para
trabajar sin que ningún jefe me toque los cojones. Y sin embargo (parece que
siempre hay un “sin embargo”), corazón, ahora que vivo solo, cuando no estás, mi
casa es una oficina. ¿Por qué en el momento que empiezo a llevarme bien con la
soledad tengo que necesitarte? Existe algo que nos une, algo que se empeña en
apuñalar mis palabras para que yo vuelva a escribir una y otra vez el poema que
resuelva el dilema de esta trama. Tal vez todo se reduzca a la maldición de intentar
escribir el verso imposible. Sospecho, corazón, que aceptás ese destino para
mí. Y yo, por vos, daría la vida entera.
León Gieco actuará en San Pedro de Jujuy, el miércoles 11 de abril
León con dos artistas de "Mundo Alas"
Fui aquella vez que León Gieco actuó en el estadio de la Federación de Básquet, aquí, en San Salvador. El recital fue en los últimos meses de la dictadura y anticipaba lo que sería la gira “De Ushuaia a La Quiaca”. Una semana antes de que el músico actuara, su representante -creo que era Pity Iñurrigarro- estuvo en Radio Nacional, cuando todavía los estudios de transmisión estaban en la calle Ramírez de Velazco; allí habló de los músicos nuevos: Charly García, Luis Alberto Spinetta, Raúl Porcheto, Miguel Cantilo, Sandra Mihanovich y, por supuesto, de “El Campesino” (así lo apodaban entonces al autor de “Sólo le pido a Dios”).
Fue un momento muy especial aquel recital. Todos habíamos aprendido a andar con cuidados y sabíamos del peligro del terrorismo de Estado, aunque entonces no hablamos con esas palabras; en rigor, casi no hablábamos del terror que todos teníamos. Por eso, aquel recital fue como un soplo de aire puro en medio de una sociedad contaminada. Me acuerdo que, en la Federación, nos encontrábamos con otros que eran como nosotros. Por fin, la palabra nosotros tenía un sentido concreto.
Nunca imaginé que, en aquellos años, tantos jóvenes teníamos el pelo largo. Entonces, éramos como esos trasnochados que aguantan hasta que sale el sol y recién cuando se abrazan por algo, se dan cuenta de que el frío ya pasó. Aquella vez, muchos nos abrazábamos sin saber porqué. Ahora lo sé: el momento era especial porque ese día se empezó a percibir que el fin de la dictadura estaba próximo.
León empezó con “La Navidad de Luis” y todos saltamos para demostrar que estábamos vivos. Cantó su clásico “Pensar en nada” que, como la mayoría de sus canciones, nos hizo vibrar y pensar. Nos deliramos con “La Rata Laly” porque la voz de Gieco salía por un canal y, por otro, aparecía la de la Rata por medio de un efecto especial. El cierre del recital fue a toda orquesta: “El Campesino” presentó a “Los hijos de Humahuaca”, un conjunto folklórico local y dijo: “Escuchenlos porque son muy buenos músicos y porque son de ustedes”. Juntos cantaron “Solo le pido a Dios”. Me corrijo: todos cantamos aquel himno.
¿Por qué escribo esta reseña que debí haber escrito hace treinta años y que entonces no me animé? Porque el miércoles 11 de abril, el músico actuará en San Pedro a beneficio de la Casa de la Mujer “María Conti”. Hace ocho años, León había estado en esta ciudad, pero esa vez no cantó, tuvo que tocar el “pianito” en el juzgado de San Pedro. Allí dejó sus huellas digitales y se negó a declarar por la denuncia que tenía en su contra. La acusación había sido presentada por un abogado local que lo incriminaba por “instigación el crimen”, ¿hace falta recordar que la canción “Santa Tejerina” y las declaraciones periodísticas en las que León defendía a la joven Romina Tejerina le trajeron este problema judicial?
Hace falta. Porque después, Raúl (“León”) Giego fue sobreseído por la Justicia. Sus seguidores no necesitábamos esa confirmación de inocencia. Él tiene una trayectoria impecable como artista popular. No sólo llegó a esta provincia a tocar -y reivindicar- músicos como Ricardo Vilca, Los Beteranos (sic) de Humahuaca y copleros anónimos, sino que él escribió temas que hacen que los jujeños nos reconozcamos en sus letras: “Rey mago de las nubes”, “Cinco siglos igual”, “Maestras de Jujuy”, “La memoria” y la lista sigue. También se comprometió con causas sociales: su oposición a la guerra de Malvinas, la solidaridad para con los familiares de los detenidos-desaparecidos, el amor por las personas con capacidades diferentes y, muy en especial, para con los excluidos por la dictadura primero y el neoliberalismo después.
Ahora que el músico vuelve a San Pedro no está mal recordar que su pedido por una sociedad más justa es un rugido que tiene varias décadas. Escribo esto porque tengo escritores amigos e investigadores jóvenes (pienso en especial en Belén, Paula, Fernanda, Gonzalo, Pamela, Ximena, Natalia, Magali, Juan Pablo, Lía, Darío, Valeria, Sabina, Silvina, Martina, Bruno, Manuel, Susana, Pablo, Lucía, Carla, Daniela, Facundo, Mistol, Ezequiel, Agustín, César, Laura, Daniel, Romina, Gabriela, Andrés, Federico, Meliza y Victoria) que nacieron justamente en la peor dictadura que tuvimos que soportar y no saben de aquel recital en la Federación. Escribo esto porque el 13 de junio próximo comenzará el primer juicio por delitos de lesa Humanidad en Jujuy; por fin se juzgará a algunos de los responsables del secuestro y posterior desaparición de Julio Rolando “Pampero” Álvarez García. Escribo esto porque somos muchos los que pedimos que lo injusto no nos sea indiferente.
La oralidad. La literatura anónima: leyendas, cuentos, mitos, relatos, etc. El campo y la ciudad. Los primeros escritores y los fundadores del campo literario local: la Generación X. Literatura de viaje, femenina, testimonial y autobiográfica. La construcción de la figura de un escritor de fronteras. Nuestros años setenta: ¿una vanguardia local? La Generación Y. La poesía de posdictadura: entre la utopía democrática y la indignación por las atrocidades de la dictadura. Campo literario de los 90: El fin de la inocencia. Los pliegues de las memorias de la represión dictatorial. La Nueva Historia: la consolidación de un campo de investigación regional. La generación Z: estéticas del nuevo milenio. La aldea blogal.
La capacitación tiene una duración de 60 horas cátedras y cuenta con una evaluación final.
Empieza el 14 de marzo.
Más información: Dirección de Cultura de la UNJu, Av. Bolivia 1685 Barrio los Huaycos, teléfono 4244101 de 08,00 a 13,00 horas y de 15,00 a 19,00 horas, mail: cultura@unju.edu.ar.